Nada más comenzar este
episodio tenemos a Blake Carrington asegurándose por teléfono de que su “amigo”
Cecil Colby ha hecho la transferencia prometida, aunque su concepto de amistad
resulta curioso cuando se refiere a él diciendo que “tiene el corazón de una
serpiente y el alma de una prostituta”. Cuando le confirman el ingreso es
un hombre feliz.
Blake Carrington, haciendo amigos y despertando
a su mujer bien temprano
Los que no son tan
felices son sus hijos. Por un lado Steven,
que volvió a Denver para encontrarse a sí mismo, pero lo único que encuentra
esa mañana antes de irse a trabajar es una llamada de Ted Dinard, su amante de
Nueva York, que ha ido a Denver para encontrarle a él… aunque en realidad se
inventa que está en Denver por trabajo y le dice que ya puestos, le gustaría
verle. Steven accede, aunque no le hace mucha gracia –y no nos extraña, porque Ted no es que
sea el ideal de ligue gay y con lo buen partido que era Steven podría haber
aspirado a algo mejor.
¡Sorpresa Steven! ¡Tu chulazo de la Gran Manzana está aquí!
Durante su encuentro en un bar, Ted
prácticamente le suplica a Steven que vuelva con él a Nueva York, pero Steven
no está preparado. Y por si las cosas no estuviesen suficientemente mal para
él, un compañero de trabajo les ve haciendo manitas…
Por supuesto, le falta
tiempo para advertirles a todos los trabajadores que tengan cuidado cuando se
agachen porque Steven es un “pre-vertido”.
Steven, que trabajando con tanto heterosexual ha aprendido a resolver todo a puñetazos, está
a punto de pelearse con él, pero Matthew se le adelanta cuando el empleado
también le insulta a él, insinuando que es tan marica como Steven y que por eso
metió a Claudia en un manicomio.
"Esto por homófobo (y por no saber como se dice pervertido)"
Ya en privado, Matthew le pregunta a Steven si
la acusación es cierta y Steven confiesa que quería a Ted, que no se avergüenza
de nada y que querría seguir trabajando para él. Un comprensivo Matthew le
contesta que puede hacer lo que quiera… con su vida y con su trabajo. (SPOILER: Seguro
que en unas semanas no le parecerá tan bien que haga lo que quiera, sobretodo en lo que se refiere a su vida).
La otra hija de Blake, tampoco
salta de alegría ahora que Cecil ha cumplido su parte del trato y sabe que
tiene que casarse con el pesado de Jeff. Encima sabe que Blake ya se ha
enterado de su “noviazgo” y le hace muy feliz. Aunque ya le dio calabazas, la
joven vuelve a decirle a Cecil que preferiría casarse con él, pero no cuela.
Cuando le recuerda a Cecil que Jeff no le ha pedido todavía matrimonio, el
viejo diablo (con corazón de serpiente y alma de puta) le asegura que ella es
“una mujer de recursos” y se las arreglará para conseguirlo. ¡Menudo marrón!
¡No solo se tiene que casar con alguien al que detesta, encima tiene que
montárselo para que se lo pida!
Si hace falta le echas droja en el Cola-Cao
Durante el desayuno
Fallon ya había practicado su deporte favorito: el tiro a la madrastra, y le
había agriado el café con leche a Krystle recordando una aburrida fiesta donde
pillo a una pareja cuchicheando en el jardín “estaban casados, pero no el uno con el otro… ¡Que escándalo!”.
Krystle no se achanta y la reta a que revele quien era esa atrevida pareja…
pero la llegada de Jeff es la proverbial campana salvadora. Quiere disculparse
por su vergonzoso comportamiento en la fiesta debido a que “había bebido
demasiado”, pero la buena de Fallon, harta de tanta moralina, se lía un porro
con un trozo del periódico –figurativamente- causando las risas de todos los
que se sientan en la mesa.
Fallon animando el desayuno de los Carrington
Los que no se ríen
tanto son Walter y Matthew, porque su negocio no va demasiado bien y encima el
banco se niega a concederles más créditos después de que Michael, el chofer de
Blake, haya amenazado por su cuenta y riesgo al banquero y a su familia, para
ganar puntos con su jefe. A Blake no le hacen ninguna gracia sus modos, pero
reconoce que le gusta su iniciativa. Total, que al final Michael consigue un
aumento de salario, seguirá siendo el chofer, pero también se ocupará de
algunos “asuntillos especiales” para Blake. “La
lealtad, para mí, es más importante que la vida” le dice Blake.
Me gustan los empleados mafiosillos... ¡Contratado!
En agradecimiento a su
generosidad, Krystle y Blake invitan a Cecil a la mansión. Antes de que llegue
Blake, Cecil le da un regalo algo envenenado a la guapa ex secretaria, un
indigesto consejo: “Imagine que es lo que
Blake más desea… y entonces no se lo de” ¡Desde luego la amistad entre
millonarios resulta de lo más curiosa!
Cecil Colby, haciendo amigos también...
Desplegando sus recursos,
Fallon consigue que Jeff olvide una reunión para irse a comer con ella. Harto
de que Fallon le rechace, Michael consigue una cita con la secretaria personal
de Cecil, Jennifer… y no precisamente por un interés romántico. El almuerzo de
Jeff con Fallon se alarga hasta el atardecer a bordo del jet de Blake y esta
vez no están emporrados, pero si con alguna copa de más, así que cuando Jeff
pone una cassette de música y confunde Jack Harmon por Carmen de Bizet, Fallon
se pone en plan “matadora”...
“Yo soy Carmen
y tu don José" ¿Lo pillas ya alelaó?
Una turbulencia en medio del tango les hace caer al sofá,
donde Fallon le pone la banderilla a su Don José en cuanto le dice que la
quiere. Cuando vuelven bien entrada la noche y despiertan a Blake y Krystle
para decirles que se han casado en Las Vegas, todos parecen encantados… ¿Todos?
¡Solo hay que ver la cara de la novia!
Pues eso... CONTINUARÁ…
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