martes, 6 de octubre de 2015

Episodio 16: El secretillo de Alexis



Fallon, subida a la parra

El episodio comienza con Fallon, que cuando no tiene sueño se pone a hacer bollos de avena o se sube al árbol más alto en plan gata en celo. En  efecto, esto con Michael el chofer no pasaba, pero claro, desde que Blake le despidió los furores uterinos de su niña la tienen inquieta y hace estas cosas tan extrañas. Cuando Jeff se despierta y la ve encaramada le pide que baje, pero Fallon solo puede mostrar su desprecio por “esa mujer” ¿Alexis? Nooo, su madre le da igual. Se refiere a Krystle, a la que culpa de todos los males, incluida la expulsión de Adan y Eva del paraíso. Desde su particular lógica, si Blake no se hubiese casado con Krystle, Steven no hubiese vuelto a Denver, Ted seguiría vivo, su madre seguiría en Acapulco, y su padre libre y feliz como una perdiz.  Afortunadamente, su marido Jeff ve las cosas con más claridad y le hace ver que es una egoísta, una muñeca caprichosa y le hace ver que la culpa de sus males tal vez sea solo suya.

Y hablando de egoístas caprichosas, la okupa de la mansión, Alexis, se pasa por las cocinas para saludar a su vieja amiga, la cocinera Hilda y hacerle un poco la pelota, recordando los años en los que era su ama señora, alabando sus “divinos” platos… y ya de paso, pedirle una pequeña lista de encargos (¡a costa del presupuesto de Blake claro!).

 ¿De champan le pido una botella? ¡¡¡Nooo, una caja!!! 

Joseph aparece por allí, pero no hace falta que diga ni una palabra, porque Alexis las dice todas por él iniciando un sarcástico monólogo y continúa pidiéndole a la pobre y abochornada cocinera que le preste algún servicio y alguna criada para sus cosillas. ¡Hasta ahí hemos llegado! Joseph abre la boca para decir que no va a poder ser cuando aparece alguien más en la concurrida cocina. Es Krystle, que después de un año como señora de la mansión ha aprendido todas las lecciones que le dio Blake y decide ocuparse del “asunto” –es decir, de la okupa- ella misma.

 
¡Rubia, un poco más despacio, que no puedo seguirte!


Alexis continúa rememorando sus años como señora, alegrándose de que Krystle no haya cambiado la decoración –sustituyéndolas por horteradas de pueblerina y nueva rica- salvo por un cuadro y un jarrón Ming, que deduce equivocadamente que han sido vendidos. Alexis se pone cómoda y dice sentirse como en casa, pero Krystle le pone los puntos sobre las ies y le recuerda que no lo es. Alexis pretende escabullirse a la cocina con una burda excusa, pero una simple mirada de Kristina (uy, perdón… Krystle) hace que vuelva a sentarse.

 Sssssshhhh ¡A mi no me vaciles! 

Krystle será rubia, pero no es tonta (Spoiler: a medida que avancen las temporadas lo irá siendo… cada vez más) así que aunque ella lo niegue, sabe que Alexis quiere algo de ella, no sabe que es, pero no se marchará hasta que lo consiga. La acusa de haber vuelto para herir a Blake y piensa protegerle. Alexis enseña los dientes al fin, recordándole que el santo Blake asesinó al amante de Steven…  llamándola Sra. Jennings para demostrar que sabe que estuvo casada anteriormente. Uno de esos secretillos de Alexis que dan título al episodio.

 
GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!!!!
 
La Sra. Carrington –como rectifica Alexis con retintín- ha tenido suficiente chachara, así que la echa de la mansión, de usted y con mucha educación: “¡No es bien recibida, y puesto que está familiarizada con la cocina, los cuadros y el Ming que falta, estoy segura de que encontrará la salida” ¡Ole tus ovarios Krystle!

En su torre de marfil, o sea, la Denver Carrington, Blake también está dispuesto a sacar a Alexis de sus vidas y autoriza a Andrew a pagarle 500.000$ por ese estudio cochambroso. El problema es que Alexis no lo tiene en venta, ni el estudio ni otras partes de su persona, y asegura que ha vuelto a Denver para proteger a Steven. Andrew, que será un abogado carísimo y buenísimo pero no sabe lo que es el secreto profesional, se lo pasa por el forro (de la chaqueta) diciéndole a Alexis que Blake ha borrado a Steven de su testamento. 

Mientras tanto, Blake tiene que pasar por una de las experiencias más bochornosas de su vida, aunque desde fuera veamos que la sentencia fuese extremadamente generosa con él… ¡Tiene que pasar por la oficina del agente que supervisa su libertad condicional! ¡El poderoso Blake Carrington entre la chusma! ¡Dan ganas de echarse a reir cuando vemos a Blake entre un colgado con unos auriculares XXL y un timador que se fija en lo caro que es su traje y dice reconocerle de alguna parte! “¿Cuál es tu oficio?” le pregunta. “¡El tuyo no, desde luego!” le responde un irritado Blake. 

 “¿Es usted político?” “¡Oye tú, sin ofender!”

Cuando el timador le ofrece a Blake un televisor en color barato, barato, Carrington pierde la poca paciencia que le quedaba y le pregunta a un guardia cuanto tiempo van a tenerle esperando ahí. Solo falta oírle decir “Ustedes no saben con quién están hablando!” Y sí, si que deben saberlo, porque no volveremos a ver a Blake por esa oficina en lo que queda de serie. (Spoiler: ¡Incluso podrá presentarse a las elecciones de Gobernador en la 8ª temporada, habiendo sido condenado por homicidio involuntario!)


No muy lejos de allí, en el hospital, Claudia lo está pasando mucho peor a pesar de que por fin le dan el alta y puede volver a su casa… y a su aburrida existencia de clase media. Blake se ocupa de todo. Sabiendo que al final de la primera temporada los productores se dieron cuenta de que los espectadores no querían ver las miserias de gente de clase media o trabajadora –y por eso se quitaron a Matthew y Lindsay del medio- ¿Qué va a ser de Claudia? Pues Andrew la va a meter de cabeza en la vida de la clase alta, la de los Carrington. ¡¿Cómo?! Con muy poco tacto, porque nada más llevarla a su casa de suburbio le dice que no intente localizar a Lindsay (porque no le han renovado el contrato en la serie, aunque Andrew le dice que es porque la considerarán “una madre inepta”) y Claudia solo puede pensar en el suicidio. Pese a todo, cuando se ha tragado toda la medicación que le recetaron en el hospital de golpe, Claudia balbucea al teléfono y Blake, en vez de llamar a urgencias, decide salir a toda leche hacia la casa de los Blaisdel, no sin antes llamar al Dr. Nick Toscani, un psiquiatra bajo nómina, para que acuda allí.
 ¿A quién llamas para ver a Claudia? ¡A un psiquiatra claro!

El Dr. Toscani, que como buen italiano es todo un macho alfa, entra a la fuerza en la casa y agarra a Claudia, haciéndola andar sin dejar de contarle su apasionante vida en Nueva York, en un barrio italiano y pobre en el que su abuelo, cuando veía la Estatua de la Libertad exclamaba “una donna senza culo!”. Las batallitas de Toscani llevarían al suicidio a cualquier persona cuerda, pero tratándose de Claudia la cosa funciona a la inversa y empieza a revivir… lo que significa vomitar encima del plasta buen doctor. 

¡Para ya, de andar y de hablar... que me tienes mareada, plastaaaaa!
 
Temiendo que vuelva a intentarlo, Blake se lleva a Claudia a la mansión –apartándola de la clase media que nadie quería ver- y le pide a Nick que sea su médico personal, pero él, muy orgulloso, rechaza el encargo. De camino a la puerta de salida, se tropieza con la dulce Krystle y cambia radicalmente de opinión, aceptando la oferta de Blake. 


¿Amor a primera colisión vista? No nos adelantemos. Mejor esperamos a la última escena del episodio…

-¿Te vas a cazar zorras querida? 
-¡No, ya tengo una bien grande a mi lado!

Si unas horas antes, Fallon se entretenía practicando tiro al plato –ya que no podía practicar el tirarse al chofer- mientras rechazaba de nuevo a su madre okupa, por la tarde sigue empeñada en localizar a Michael, ese chofer que tantas alegrías le daba. 

 “¿Fisgoneando Krystle? ¡Podrías ser un poco más discreta!”

Krystle le sugiere que lo olvide porque ha sido despedido por Blake y las dos saben porque. Ante las impertinencias habituales de Fallon, Krystle le dice que está embarazada y no le sienta muy bien… De hecho, decide que esto es la “carrera de la parturienta Carrington” y se pone en marcha para vencer a su odiada madrastra, es decir, quedarse embarazada cuanto antes y a ser posible dar a luz antes, aunque sea por milésimas de segundo. ¿Y qué mejor forma para quedarse preñada que llevarse al tontaina de Jeff a un motel barato de carretera? ¡Evidentemente el tontaina ni se imagina a que se debe el súbito interés marital/maternal de Fallon! 

Si, ahí pone “películas porno” y “colchones de agua” 
¡Un Motelazo 5 estrellas vamos!
No vengo del Carrefour tonto ¡Pero vas a necesitar carbohidratos!

¿Recordáis la indiscreción de Andrew respecto al testamento de Blake? Pues Alexis no lo ha olvidado y ha organizado una cena íntima con Steven para convencerle de que se reconcilie con su padre. Steven tendrá unos derechos de nacimiento, como le recuerda Alexis, pero no quiere ni oír hablar de ellos. “¡Que se los quede Fallon!” exclama. Pero entonces Alexis le dice que podría ser que él fuese el único hijo de Blake. Steven se niega a seguir escuchándola y Alexis le asegura que Fallon no es la hija de Blake. 

¡Ahí tenéis: otro de mis secretillos!

Y en cuanto al amor a primer choque del Dr. Nick Toscanni… Cuando esa noche recibe una llamada de su hermana descubrimos que tiene motivos más oscuros que el amor en su corazón, tiene un asunto con Blake. No sabemos cuál, pero se ha instalado para hacerle pagar el daño que les hizo y lo conseguirá… porque ha encontrado el medio.

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